domingo, 29 de abril de 2012

METAS DE VIDA

Algunos sueñan con obtener una casa enorme rodeada de verjas blancas; Otros se desviven a sí mismos y a sus cercanos por saciar sus ambiciones políticas, sólo por el placer pasajero que les brinda el reconocimiento, o quizás por la sensación que les brinda el tener "subalternos" sometidos a su parecer; Aun otros (y otras... no carguemos todos los pecados del mundo sobre los hombros de un Atlas, sólo por ser varón) no dudan en manipular, corromper, utilizar a las personas cual si fueran objetos, o en sacar de su paso a quien ya no les brinda ningún provecho, ninguna UTILIDAD... ¿Por qué, entonces, mis Metas de Vida parecen tan despreciables ante los ojos de muchos que - válidamente (cada quien persigue lo suyo) - no las comparten? Durante largo tiempo se me acusó de no tener un horizonte, de no tener Metas de Vida como "todos" los demás (no creo en las generalizaciones). Sólo tras una década completa comprendí que sí las tenía, salvo que nunca supe o pensé en definirlas: Mi Meta de Vida es crecer mental, física y espiritualmente, sin perder la sonrisa del rostro, sin abandonar ni el vigor ni la Fe en los demás, ni la curiosidad de mi Espíritu y, en especial, sin buscar dañar a otros para conseguirlo.
Como dije, cada quien persigue lo que le es propio y si vuestra "Felicidad" mora en perseguir espejismos, en atesorar riquezas que están destinadas a corromperse por el moho y el orín, en personificar (en carne propia) a aquellos dragones de leyendas que vigilan día y noche tesoros que no serán disfrutados ni por ustedes mismos... bien, allá con lo vuestro; Mi Felicidad está en servir a quienes creo necesario, en crecer un poco a diario, en reconocer mis muchos errores, tropiezos y fracasos y luchar a diario por enmendar y reivindicar aquéllos que puedo y asumir con hombría las consecuencias de aquéllos que no, pues es a ellos a quienes debo los aciertos y "éxitos" de hoy...
Y esta Felicidad no ha de ser sólo mía, pues desde siempre me he considerado deudor de un acreedor desconocido, el responsable de una deuda impaga: Si permito que las circunstancias, los obstáculos, las traiciones y el dolor de las mentiras transformen mi esencia, maten mi verdadero Ser, no seré yo quien esté esperando en la plataforma del andén de trenes, aguardando anhelante la llegada de aquella mujer especial que complemente mi vida y me permita complementar la de ella, que reciba mi respeto y admiración y que sienta al menos un ápice de lo mismo, que me "exfolie" con la verdad dura antes que acariciarme con la mentira y la hipocrecía veladas entre los vapores de una tina de baño que a la distancia parece flamante, pero en la cercanía puede percibirse un siempre creciente número de grietas cubiertas por hongos; No aguardaré en dicho andén confundiendo a otros viajeros con aquélla que he de aguardar, ni crearé señuelos ni compañías imaginarias por simple placer perverso. Soy deudor de esta deuda impaga y me debo íntegro (y, en lo posible, con intereses) a este acreedor que finalmente llegará en el tren que tiene por hora de llegada fijada: "Cuando estés listo"...

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